sábado, 26 de marzo de 2011

martes, 22 de marzo de 2011

1999 o como volver a los caballos de cartón

Hasta aquí llegó el ritual de enfados y canibalismo estúpido, ni tu ni yo damos para más y sabemos que esta noche pondremos punto y final a lo nuestro en esta ciudad que ni es la tuya ni la mía pero que nos une inexplicablemente. Era ilógico pensar que no tendríamos un final con aquel principio tan extraño que tuvimos en tu casa… si podemos decir que aquel momento fue el primero, yo creo que nuestro principio surgió la primera vez que cruzamos una mirada… tu arriba y yo abajo.

Desde que nos hemos despertado en tu casa, en la que por la ventana se ve el mar, tengo ese presentimiento de que hoy no nos acostaremos siendo dos, si no uno. Por eso en la distancia te observo y congelo cada instante en mi mente sabiendo que son los últimos. Cuando se apagan las luces nos montamos en aquel taxi después de esperar en la parada helados de frio, y te digo que no tengo ganas de continuar ni de fingir , tú no dices nada mientras garabateo frases sobre el vaho de ventana escondida detrás de una gran bufanda rosa de lana que pica.

Con la calma que te caracteriza me dices que me relaje, tu mirada serena parece aliviada, más de lo que ha estado estos últimos meses, y efectivamente me lo confirmas al decirme que terminar con lo nuestro para ti es quitarte un peso de encima. Mis ojos húmedos ven como mueves las manos, parecen flotar a mil kilómetros de mi y sólo nos separan los pocos centímetros de la parte trasera de aquel taxi, pero tu estás ya en otro mundo, en el que todo ha terminado bien, en el que estás relajado... y yo en el mío quiero seguir y continuar mintiendo, pero no digo nada cuando la puerta del taxi se abre y te bajas, quiero gritar que no quieras bajar, que sigamos hacía el mar y nos metamos en tu habitación azul olvidándonos del mundo que nos rodea y centrarnos en nosotros dos. A cámara lenta veo como te das la vuelta para cerrar la puerta y susurras un ‘que sea cierto el jamás’. Esa frase que tanto ha significado para los dos y que tantas veces hemos dicho y escrito en cualquier parte.

Desde aquella noche helada en aquella ciudad ha pasado una semana, yo sigo en ella pero tu te fuiste al día siguiente a la tuya. Hecha un ovillo en un sofá que no es el mío veo la lluvia golpear en la ventana con la mirada perdida de la misma forma que miraba por la ventanilla de aquel taxi. Me hice pequeñita en esa parte de atrás, el taxista me miraba sin decir nada y yo sólo pude balbucear una dirección, aquella que dejé para irme contigo unos meses atrás.

jueves, 17 de marzo de 2011

adios 24

En media hora es mi cumpleaños y pienso
Pienso en todas las cosas que me imaginaba que sería hace 10 años, con aquellos 15 años en los que te comías el mundo mundial, en los que te daba todo igual y sólo pensabas en tus amigas y el terrible examen que tenías al día siguiente y que no habías tocado un libro. Yo que me veía siendo una súper periodista deportiva que trabajaría a pie de campo... y estoy aquí siendo una profesora en paro y sin perfil 2.
Pienso en aquellas listas que hacíamos tumbadas al sol en aquel parque durante la hora de filosofía 'que hacer antes de los 25' y la verdad no me acuerdo, pero seguro que no he cumplido ninguna de ellas y se han sumado muchas otras que no esperaba poder realizar nunca jamás en la vida y me han llenado de alegría (y satisfacción)
Puedo ponerme cursi y decir... pero no lo haré

Ultimo mis últimos minutos de pre-señora antes de dar el gran salto hacia los temidos 25

martes, 15 de marzo de 2011

mi rutina preferida

Si alguien me preguntara por alguna de mis rutinas no sabría que contestar, por que no soy de esas personas que milimetran sus días, pero podría redireccionar la respuesta hacia otro tipo de rutina nada rutinaria.

Mi rutina preferida sería despertarme cada día en una ciudad diferente, hacer la maleta y no conseguir cerrarla, buscar salas en ciudades desconocidas, ponerse un vestido diferente cada noche, beber hasta que salga el sol...

Este fin de semana ha vuelto mi rutina preferida. Esta vez les tocó el turno a MissCaffeina y a Mild (teloneros del viernes) y repetiría mil veces con ellos. Con ellos y con las personas que me acompañaron, con los que hicieron las canciones de después del bolo, con los que hicieron las de antes, con los que hicieron las que no sonaron, y con los que harán las que sonarán...





Por las rutinas que te hacen sonreír


lunes, 7 de marzo de 2011

imantada

Hace algunos siglos que he empezado a sospechar…

Miro cansada por la ventana y la vista se me va a las nubes que se esconde detrás de la montañas, no se donde estamos, la última vez que abrí los ojos acababa de beberme ese café que pedí en un en un bar de carretera únicamente vestida con una camisa blanca y unas botas marrones. El señor del bar me miraba como si estuviera loca y tu te reías desde el otro lado de las puertas de cristal mientras te fumabas un cigarro. Lo último que recuerdo es dejar el vaso vacío encima de esa mesita de plástico inestable y poner mi cara pegada a la ventanilla para recibir el sol mañanero. Todo era verde y ahora el espectáculo color tierra que veo me indica que hemos dejado el norte muy atrás y mi tripa deduce que será hora de comer, básicamente por el sonido que emite a cada rato.
Muevo la cabeza al son de esa melodía que tocas con la guitarra y que tarareas entre alguna estrofa. Me encanta escuchar tus canciones inacabadas, ver como van cogiendo forma y como evolucionan, decir ‘no, no, no’ o simplemente hablar sobre tu melodía y que tu lo hagas canción. Por que como dices siempre todo es música, al hablar sin quererlo emitimos melodías, el ronroneo del gato del vecino de madrugada también es música por mucho que nos moleste, incluso podemos considerar música cada gesto que hacemos inconscientemente. Y tu eres especialista en captar esas cosas y hacerlas tuyas para que después todos las hagamos nuestras, cosa difícil que no todo el mundo puede alardear de ello, y tu sin embargo simple y llanamente sonríes y dices que es una cosa natural, que sin hacerlo te volverías loco.
No me extrañaría nada verme próximamente en una canción vestida con una camisa blanca y unas botas marrones, corriendo por el parking del área de servicio en busca de ese café, haciendo unas galletas de mantequilla en la cocina de tu casa o sentada viendo la tele en tu sofá con esa gran manta de colores sobre las rodillas.

Te voy a contar este misterio simple y eficaz el roce de mis dedos te ha magnetizado…

jueves, 3 de marzo de 2011

un día en el parque

Estar sentada en un banco oliendo a hierba recién cortada y levantar la cara al sol de febrero para que te la caliente sólo tiene una reacción: cerrar los ojos y respirar intensamente para guardar esa sensación en tu interior.
El parque está muy verde y lleno de margaritas blancas, tengo una reacción incontrolable con ellas, cada vez que vengo por lo menos tengo que coger una y retenerla en la mano hasta que salgo, puede que le quite los pétalos buscando un me quiere que siempre saldrá por que si, suelo hacer trampas con estas cosas. O simplemente la tendré dando vueltas sin sentido entre mis dedos hasta que me canse de ella y la tire en el camino.
Hoy está todo silencioso y me dan unas ganas enormes de tumbarme en la hierba y mirar el cielo azul para mirar las nubes que de vez en cuando lo salpican de blanco. Pero aunque haga calor para llevar puesta la camiseta de los kiss y me sobre la sudadera estamos en febrero y eso siempre garantiza humedad así que mi pelo está revuelto y el flequillo sujeto con un lazo rojo… ese flequillo que si lo dejo suelto me taparía la mitad de la cara. Siempre he sido de esas chicas que buscan ocultar parte de su mirada, pero últimamente me gusta ver el mundo con los dos ojos y lo aparto tanto para ver lo bueno, como lo malo.
Mi perro corretea detrás de unos pájaros que alzan el vuelo cuando se acerca y se posan sobre la hierva unos metro más allá haciendo que el pobre animalito corra otra vez con la intención de cazarlos. Tengo un chihuahua pero el se cree que es un perro de caza grande y rápido. Como yo que muchas veces creo ser cosas que no soy…

Ahora me escondo, te observo y te puedo decir…. Yo mataré monstruos por ti!

jueves, 24 de febrero de 2011

noches reversibles

Para ser abril hacía una noche estupenda cuando salí de aquella habitación desde la que se veía el mar azul y estando sobre la cama entraban los rayos del sol calentando mi cuerpo mientras tarareaba una de tus canciones cambiándole la letra a mi antojo. Pero mientras íbamos hacia tu casa por esas callejuelas oscuras, los dos pegados con miedo a que al separarnos más de un centímetro toda esta noche se desvaneciera, sentía como el frio nocturno se me iba metiendo dentro poco a poco a pesar de las cervezas que me había tomado en aquel bar en el que no había mucha gente.

Tú ibas hablando de cosas transcendentales intercalando esas tonterías que siempre dices para quitarle hierro al asunto, pero la lengua se te trababa todo el rato aunque parecía que no te dabas cuenta de ello y seguías tu discurso dirigiéndote a ese público invisible que creías que estaba frente a ti. Alcé la cabeza un poco para mirarte y sonreí viendo como tu mirada nublada por el alcohol se enfatizaba al son de tus palabras, cerré los ojos para escuchar mejor tu voz por que nunca he sido muy buena en eso de escucharte mientras te miro y menos con esas dos últimas cervezas de más que nos habíamos bebido.

Salí de Madrid escapando del caos que tenía en casa, de cambios de habitaciones, de gente que entraba en esa casa para ocupar el que había sido mi sitio hasta poco tiempo antes y me marché al sol, al mar… y a tu lado. Tu tampoco lo estabas pasando bien, esa era la última oportunidad que podías haber tenido con ella y esa misma tarde firmaste que todo terminaba para siempre. Llevabais un tiempo separados y tu habías dejado tu casa para ocupar un piso pequeño y abarrotado de instrumentos varios en el centro de la ciudad, te habías alejado de todo, y aunque en la segunda cerveza de la noche me dijiste que ya lo sabías y que te daba igual todo, en el fondo los dos sabemos que aquella firma te dolió más que nada en el mundo, pero no lo demostraste y pediste otra ronda más.

Así que los dos teníamos motivos más que suficientes para pasarnos la noche ahogando nuestras penas en alcohol como dos adolescentes que sólo buscan olvidar y no recordar nada, pero ni tu ni yo tenemos quince años y tampoco queríamos olvidar, únicamente sentirnos mejor con nosotros mismos. Y vaya si lo conseguimos, empezamos poniendo verdes a aquellas dos personas con las primeras cervezas, yo seguí llorando por el mientras tu me acariciabas la espalda y me decías que yo era mucho más todo que ella, con la quinta cerveza me perdí en tus ojos cuando decías todas aquellas cosas bonitas sobre mi, y mientras apurábamos el último trago nuestros labios se buscaban torpemente con miedo y embriaguez.

Volví a abrir los ojos cuando noté que tu te parabas y buscabas las llaves de casa en tu bolsillo con la mano libre que te quedaba, abriste el portal y protesté al ver que el ascensor volvía a estar estropeado. Nos costó dios y ayuda subir hasta el último piso, yo no podía aguantarme más las ganas de ir al baño y eso a ti parecía hacerte mucha gracia por que se te iluminaba la cara con aquellas carcajadas que resonaban con el eco del portal.

Muchas veces había pasado por esa misma puerta, de día, de noche, cargada con bolsas, con canciones, incluso más borracha que esa noche, pero nunca había pasado bajo tu puerta con tus brazos rodeándome la cintura y tus labios sobre mi cuello. Sentía una sensación rara y diferente, no sabía si echar a correr o rendirme a ti y al alcohol de una vez por todas.

Por la ventana entra el sol que me ha despertado hace pocos minutos y puedo ver como el cielo fuera es azul, me duele la cabeza y me cuesta ubicarme en un punto concreto del mundo hasta que veo mi vestido de lunares tirado en el suelo y siento el peso de tu brazo rodeando mi cintura. Contengo el aire al girarme, me dan miedo muchas cosas pero sobretodo tu reacción y la mía, miedos que se disipan al ver algo más azul que ese cielo que momentos antes me taladraba el cerebro con su claridad.

- Hola
- Hola
- Lo de anoche
- (suspiro)
- Pasó
- Pasó
- Tenía que pasar
- Si
- Y ha pasado
-
No es reversible la noche de incendio
- No

Cierro los ojos para dormir un poco más y aclarar mis ideas mientras noto como tu me acaricias el pelo y casi puedo escuchar como tus pensamientos se organizan en tu cabeza al son de una melodía que sigues con el pie izquierdo. Seguramente lo nuestro no de para mucho más que una canción bonita.