jueves, 24 de febrero de 2011

noches reversibles

Para ser abril hacía una noche estupenda cuando salí de aquella habitación desde la que se veía el mar azul y estando sobre la cama entraban los rayos del sol calentando mi cuerpo mientras tarareaba una de tus canciones cambiándole la letra a mi antojo. Pero mientras íbamos hacia tu casa por esas callejuelas oscuras, los dos pegados con miedo a que al separarnos más de un centímetro toda esta noche se desvaneciera, sentía como el frio nocturno se me iba metiendo dentro poco a poco a pesar de las cervezas que me había tomado en aquel bar en el que no había mucha gente.

Tú ibas hablando de cosas transcendentales intercalando esas tonterías que siempre dices para quitarle hierro al asunto, pero la lengua se te trababa todo el rato aunque parecía que no te dabas cuenta de ello y seguías tu discurso dirigiéndote a ese público invisible que creías que estaba frente a ti. Alcé la cabeza un poco para mirarte y sonreí viendo como tu mirada nublada por el alcohol se enfatizaba al son de tus palabras, cerré los ojos para escuchar mejor tu voz por que nunca he sido muy buena en eso de escucharte mientras te miro y menos con esas dos últimas cervezas de más que nos habíamos bebido.

Salí de Madrid escapando del caos que tenía en casa, de cambios de habitaciones, de gente que entraba en esa casa para ocupar el que había sido mi sitio hasta poco tiempo antes y me marché al sol, al mar… y a tu lado. Tu tampoco lo estabas pasando bien, esa era la última oportunidad que podías haber tenido con ella y esa misma tarde firmaste que todo terminaba para siempre. Llevabais un tiempo separados y tu habías dejado tu casa para ocupar un piso pequeño y abarrotado de instrumentos varios en el centro de la ciudad, te habías alejado de todo, y aunque en la segunda cerveza de la noche me dijiste que ya lo sabías y que te daba igual todo, en el fondo los dos sabemos que aquella firma te dolió más que nada en el mundo, pero no lo demostraste y pediste otra ronda más.

Así que los dos teníamos motivos más que suficientes para pasarnos la noche ahogando nuestras penas en alcohol como dos adolescentes que sólo buscan olvidar y no recordar nada, pero ni tu ni yo tenemos quince años y tampoco queríamos olvidar, únicamente sentirnos mejor con nosotros mismos. Y vaya si lo conseguimos, empezamos poniendo verdes a aquellas dos personas con las primeras cervezas, yo seguí llorando por el mientras tu me acariciabas la espalda y me decías que yo era mucho más todo que ella, con la quinta cerveza me perdí en tus ojos cuando decías todas aquellas cosas bonitas sobre mi, y mientras apurábamos el último trago nuestros labios se buscaban torpemente con miedo y embriaguez.

Volví a abrir los ojos cuando noté que tu te parabas y buscabas las llaves de casa en tu bolsillo con la mano libre que te quedaba, abriste el portal y protesté al ver que el ascensor volvía a estar estropeado. Nos costó dios y ayuda subir hasta el último piso, yo no podía aguantarme más las ganas de ir al baño y eso a ti parecía hacerte mucha gracia por que se te iluminaba la cara con aquellas carcajadas que resonaban con el eco del portal.

Muchas veces había pasado por esa misma puerta, de día, de noche, cargada con bolsas, con canciones, incluso más borracha que esa noche, pero nunca había pasado bajo tu puerta con tus brazos rodeándome la cintura y tus labios sobre mi cuello. Sentía una sensación rara y diferente, no sabía si echar a correr o rendirme a ti y al alcohol de una vez por todas.

Por la ventana entra el sol que me ha despertado hace pocos minutos y puedo ver como el cielo fuera es azul, me duele la cabeza y me cuesta ubicarme en un punto concreto del mundo hasta que veo mi vestido de lunares tirado en el suelo y siento el peso de tu brazo rodeando mi cintura. Contengo el aire al girarme, me dan miedo muchas cosas pero sobretodo tu reacción y la mía, miedos que se disipan al ver algo más azul que ese cielo que momentos antes me taladraba el cerebro con su claridad.

- Hola
- Hola
- Lo de anoche
- (suspiro)
- Pasó
- Pasó
- Tenía que pasar
- Si
- Y ha pasado
-
No es reversible la noche de incendio
- No

Cierro los ojos para dormir un poco más y aclarar mis ideas mientras noto como tu me acaricias el pelo y casi puedo escuchar como tus pensamientos se organizan en tu cabeza al son de una melodía que sigues con el pie izquierdo. Seguramente lo nuestro no de para mucho más que una canción bonita.

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