jueves, 3 de marzo de 2011

un día en el parque

Estar sentada en un banco oliendo a hierba recién cortada y levantar la cara al sol de febrero para que te la caliente sólo tiene una reacción: cerrar los ojos y respirar intensamente para guardar esa sensación en tu interior.
El parque está muy verde y lleno de margaritas blancas, tengo una reacción incontrolable con ellas, cada vez que vengo por lo menos tengo que coger una y retenerla en la mano hasta que salgo, puede que le quite los pétalos buscando un me quiere que siempre saldrá por que si, suelo hacer trampas con estas cosas. O simplemente la tendré dando vueltas sin sentido entre mis dedos hasta que me canse de ella y la tire en el camino.
Hoy está todo silencioso y me dan unas ganas enormes de tumbarme en la hierba y mirar el cielo azul para mirar las nubes que de vez en cuando lo salpican de blanco. Pero aunque haga calor para llevar puesta la camiseta de los kiss y me sobre la sudadera estamos en febrero y eso siempre garantiza humedad así que mi pelo está revuelto y el flequillo sujeto con un lazo rojo… ese flequillo que si lo dejo suelto me taparía la mitad de la cara. Siempre he sido de esas chicas que buscan ocultar parte de su mirada, pero últimamente me gusta ver el mundo con los dos ojos y lo aparto tanto para ver lo bueno, como lo malo.
Mi perro corretea detrás de unos pájaros que alzan el vuelo cuando se acerca y se posan sobre la hierva unos metro más allá haciendo que el pobre animalito corra otra vez con la intención de cazarlos. Tengo un chihuahua pero el se cree que es un perro de caza grande y rápido. Como yo que muchas veces creo ser cosas que no soy…

Ahora me escondo, te observo y te puedo decir…. Yo mataré monstruos por ti!

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